Introducción
Definición de Alquimia según la RAE “Conjunto de especulaciones
y experiencias, generalmente de carácter esotérico, relativas
a las transmutaciones de la materia, que influyó en el origen de la química. Transmutación maravillosa e increíble”.
Es una disciplina filosófica que antecede a las ciencias, en espe-
cial a la química y tiene su origen hace más de 2.500 años en China
y en Egipto, pasó a la civilización árabe y luego a Europa ya en
la época medieval. Incluye nociones de química, física, astrología, metalurgia, espiritualismo y arte. En esos tiempos era obsesión
de muchos transformar el plomo en oro. Los alquimistas en sus labo-
ratorios perseguían el sueño de encontrar la esencia en la materia, pensaban que al descubrir el alma de ésta e intervenirla lograrían
la transmutación de la misma.
Aquí encaja esta propuesta de arte. Una suerte de alquimia
de voluntades. Un experimento, la materia atomizada en muchas
partes que luego formarían un todo distinto a cada una de éstas.
El resultado: un enigma. ¿Lograríamos encontrar el alma del
proyecto? ¿Qué tal si aquí y ahora pudiéramos transformar el plomo
en oro?
El proyecto
Quise trabajar el mapa de Venezuela con la participación de
muchas personas y me decidí por el bordado, medio que utilizaría por primera vez. En el contexto del aislamiento en que estaba sumida la humanidad entera en estos años recientes invité
a un grupo grande de personas a bordar un pedazo de Venezuela para luego encajar las piezas y ver cómo se armaban estas ver-
siones de país. Primero elaboré un mapa de dos metros cuadrados dividido en nueve partes y en una segunda etapa hice once
mapas más pequeños.
Participamos más de 80 personas, hombres y mujeres, unos
artistas y otros no, venezolanos y no venezolanos, que viven en Venezuela o en el exterior, unos ya bordaban y otros lo hacían
por primera vez. Unos lo hicieron en pareja, otros en grupo y otros
solos. No a todos los conocía y esto me permitió familiarizarme
con gente muy especial.
Cada uno recibió mi carta de invitación con la explicación del proyecto junto con un pedazo de tela con el croquis de la pieza que les correspondería trabajar, el patrón en papel y un mapita donde indicaba el área que le correspondía. Cada quien hizo su parte desde la intimidad que implica la acción de bordar con absoluta libertad y nadie sabía quién bordaba las piezas vecinas. Utilizaron sus propios medios y no recibieron contraprestación alguna.
Les propuse que de venderse alguna pieza quería destinar la ganancia a una obra social, a los que todos accedieron.
Desde que inicié esta investigación y a lo largo de la misma pude percibirla como si estuviera en un laboratorio. Por una parte, conocía algo de los materiales que usaríamos, tela, hilos, papel, etc. Por la
otra, tendría que trabajar con las sustancias que eran esos 90 trozos de tela bordados por distintas personas. Mi propósito era dar
un sentido y procurar un resultado feliz dominando mi temor de no saber cómo honrar el trabajo de tantos participantes. Entonces a medida que recibía las piezas ya trabajadas las sustancias se fueron entremezclando, dando origen a nuevos entes. Era como si se
tratara de hacer alquimia con las voluntades que plasmamos puntada a puntada y vi cómo sucedía la transmutación. Al descubrir esa esencia-el alma de la materia fueron apareciendo como resultado estos doce tapices que conforman la muestra, estas
12 versiones de país.
Agradezco inmensamente a todas las personas que aceptaron mi invitación. Sus comentarios acerca de la experiencia enriquecie-
ron esta propuesta con sus recuerdos, referencias, ilusiones, verdades, mensajes, posibilidades y sueños. Gracias por permitirme ser instrumento en el proceso de hacer un todo desde sus partes.
Conclusión
En mis últimas obras he seguido trabajando mi obsesión que
es mi país. Ahora desde los encuentros, con respeto en lo diverso, abrazando las diferencias, celebrando los contrastes, buscando
la armonía y aceptando lo que no se puede cambiar. No todo vale
y por eso necesitamos un marco legal que nos permita una sana convivencia. Muchas manos trabajaron en este proyecto, bordando y cosiendo cada pedazo para lograr estos 12 tapices. Fue un
trabajo colectivo que partió de lo individual e íntimo para convertirse en un todo al engranar con sus piezas vecinas. No es coincidencia que yo crea que así se puede construir el país que soñamos. Y de nuevo, eternamente agradecida con todos los que aceptaron
mi invitación a poner su creatividad, sus recursos y su trabajo para lograr desde el arte este resultado-esta visión de país.
CarolinaVollmer
24 de noviembre de 2022.
Introducción
Definición de Alquimia según la RAE “Conjunto de especulaciones y experiencias, generalmente de carácter esotérico, relativas a las transmutaciones
de la materia, que influyó en el origen
de la química. Transmutación maravillosa
e increíble”.
Es una disciplina filosófica que antecede
a las ciencias, en especial a la química
y tiene su origen hace más de 2.500 años
en China y en Egipto, pasó a la civilización árabe y luego a Europa ya en la época medieval. Incluye nociones de química, física, astrología, metalurgia, espiritualismo
y arte. En esos tiempos era obsesión
de muchos transformar el plomo en oro.
Los alquimistas en sus laboratorios perse-
guían el sueño de encontrar la esencia
en la materia, pensaban que al descubrir
el alma de ésta e intervenirla lograrían
la transmutación de la misma.
Aquí encaja esta propuesta de arte. Una suerte de alquimia de voluntades. Un expe-
rimento, la materia atomizada en muchas
partes que luego formarían un todo distinto a cada una de éstas. El resultado: un enigma. ¿Lograríamos encontrar el alma
del proyecto? ¿Qué tal si aquí y ahora pudiéramos transformar el plomo en oro?
El proyecto
Quise trabajar el mapa de Venezuela
con la participación de muchas personas
y me decidí por el bordado, medio que utilizaría por primera vez. En el contexto
del aislamiento en que estaba sumida la humanidad entera en estos años recientes invité a un grupo grande de personas a bordar un pedazo de Venezuela para luego encajar las piezas y ver cómo se armaban estas versiones de país. Primero elaboré
un mapa de dos metros cuadrados dividido en nueve partes y en una segunda etapa hice once mapas más pequeños.
Participamos más de 80 personas, hombres y mujeres, unos artistas y otros no, vene-
zolanos y no venezolanos, que viven en
Venezuela o en el exterior, unos ya borda-
ban y otros lo hacían por primera vez.
Unos lo hicieron en pareja, otros en grupo
y otros solos. No a todos los conocía y
esto me permitió familiarizarme con gente muy especial.
Cada uno recibió mi carta de invitación
con la explicación del proyecto junto con un pedazo de tela con el croquis de la pieza que les correspondería trabajar, el patrón en papel y un mapita donde indicaba el área que le correspondía. Cada quien hizo
su parte desde la intimidad que implica la acción de bordar con absoluta libertad
y nadie sabía quién bordaba las piezas vecinas. Utilizaron sus propios medios y no recibieron contraprestación alguna.
Les propuse que de venderse alguna pieza quería destinar la ganancia a una obra social, a los que todos accedieron.
Desde que inicié esta investigación y a lo largo de la misma pude percibirla como
si estuviera en un laboratorio. Por una parte, conocía algo de los materiales que usaría-
mos, tela, hilos, papel, etc. Por la otra, tendría que trabajar con las sustancias que eran esos 90 trozos de tela bordados por distintas personas. Mi propósito era dar un sentido y procurar un resultado feliz dominando mi temor de no saber cómo honrar el trabajo de tantos participan-
tes. Entonces a medida que recibía
las piezas ya trabajadas las sustancias se fueron entremezclando, dando origen
a nuevos entes. Era como si se tratara de hacer alquimia con las voluntades que plasmamos puntada a puntada y vi cómo sucedía la transmutación. Al descubrir
esa esencia-el alma de la materia fueron apareciendo como resultado estos
doce tapices que conforman la muestra, estas 12 versiones de país.
Agradezco inmensamente a todas las personas que aceptaron mi invitación.
Sus comentarios acerca de la experiencia enriquecieron esta propuesta con sus recuerdos, referencias, ilusiones, verdades, mensajes, posibilidades y sueños. Gracias por permitirme ser instrumento en el proceso de hacer un todo desde sus partes.
Conclusión
En mis últimas obras he seguido trabajando mi obsesión que es mi país. Ahora desde
los encuentros, con respeto en lo diverso, abrazando las diferencias, celebrando
los contrastes, buscando la armonía y
aceptando lo que no se puede cambiar.
No todo vale y por eso necesitamos
un marco legal que nos permita una sana convivencia. Muchas manos trabajaron
en este proyecto, bordando y cosiendo cada pedazo para lograr estos 12 tapices. Fue un trabajo colectivo que partió
de lo individual e íntimo para convertirse en un todo al engranar con sus piezas vecinas.
No es coincidencia que yo crea que así
se puede construir el país que soñamos.
Y de nuevo, eternamente agradecida
con todos los que aceptaron mi invitación
a poner su creatividad, sus recursos
y su trabajo para lograr desde el arte este resultado-esta visión de país.
Carolina Vollmer
24 de noviembre de 2022
Carolina Vollmer es una artista integral, quien emplea lenguajes tan disimiles como la pintura, el ensamblaje escultórico, la instalación
o el video. En los últimos años ha desarrollado una serie de obras objetuales y acciones enfocadas en hacer visibles las circunstancias que transforman la realidad nacional. Una mirada crítica que reúne
e inventaría los fragmentos que va dejando el devenir político
de la nación, y que más recientemente intenta reunir y reconstruir conjugando la multiplicidad que nos constituye.
Vollmer antepone el concepto y las ideas de lo que desea
comunicar y luego escoge los medios que considera idóneos para llevarlo a cabo. De este modo la urgencia de hacer imagen de la
emergencia cotidiana es tamizada por el tiempo reflexivo necesario para encontrar los materiales y técnicas adecuadas, estructurando
obras que distan de ser meros panfletos políticos o denuncias.
Por el contrario, la distancia que media entre la idea y el acto
creador propicia el sosiego del discurso y fomenta su complejidad.
Los enunciados, las declaraciones con los que manifiesta su
inconformidad, se transforman en un discurso mucho más elaborado que profundiza en las causas del conflicto y advierte posibles salidas, sin caer en falsos mesianismos.
Estos ejercicios plásticos apuntan a la solución del conflicto
desde el restablecimiento de los lazos esenciales de la convivencia y la reconstrucción de la ciudadanía. Por ello, desde mediados
de 2020, la artista concibe proyectos en los que de manera
más o menos directa es necesaria la participación de los otros para
alcanzar la realización de la obra.
Esto ocurre en Alquimia, obra colaborativa en la que mujeres y hombres de diversos orígenes fueron congregados para dar forma
a una parte del territorio venezolano, utilizando el bordado como medio principal y de forma totalmente libre. Cada fragmento de
estos trece mapas fue abordado sin que el o los autores supiesen quién o quiénes serían sus vecinos en este trabajo común. Así cada uno de ellos interpretó de manera personal y desprejuiciada su
idea de lo que ese espacio geográfico representa, recreando algún
elemento natural o cultural característico, o simplemente expresándose desde su lenguaje particular.
Artistas que permanecen en Venezuela y otros tantos que han
emigrado, personas cercanas a la propia artista y mujeres de comu-
nidades populares organizadas se integraron de manera voluntaria al proyecto sin esperar retribución o reconocimiento, solo con
la intención de apoyar en un trabajo común. Con la suma de estas anónimas ofrendas de participación Vollmer ha confeccionado una
metáfora que nos permite imaginar la real posibilidad de concretar una aspiración urgente: la reunificación del país.
Cada uno de estos mapas es un símil de la recuperación
del espacio simbólico que nos reúne; cada puntada sobre la tela,
un paso hacia la reparación del contorno de lo que somos y
de lo que nos conforma como sociedad. Mediante este ejercicio
de tiempo, donde la espera por el otro es fundamental y el
bordado se expresa como donación de vida y de restauración de
la empatía, Vollmer nos invita a hilar colectivamente para rehacer
las costuras y zurcir las profundas brechas que ha producido
la confrontación ideológica de las últimas décadas.
Richard Aranguren
Carolina Vollmer es una artista integral, quien emplea lenguajes tan disimiles como la pintura, el ensamblaje escultórico, la instalación o el video. En los últimos años ha desarrollado una serie de obras objetuales y acciones enfocadas en hacer visibles las circunstancias que transforman la realidad nacional. Una mirada crítica que reúne e inventaría los fragmentos que va dejando el devenir político de la nación, y que más recientemente intenta reunir y reconstruir conjugando la multiplicidad que nos constituye.
Vollmer antepone el concepto y las ideas de lo que desea comunicar y luego escoge los medios que considera idóneos para llevarlo a cabo. De este modo la urgencia de hacer imagen de la emergencia cotidiana es tamizada por el tiempo reflexivo necesario para encontrar los materiales y técnicas adecuadas, estructurando obras que distan de ser meros panfletos políticos o denuncias.
Por el contrario, la distancia que media entre la idea y el acto creador propicia el sosiego del discurso y fomenta su complejidad. Los enunciados, las declaraciones con los que manifiesta su inconformidad, se transforman en un discurso mucho más elaborado que profundiza en las causas del conflicto y advierte posibles salidas, sin caer en falsos mesianismos.
Estos ejercicios plásticos apuntan a la solución del conflicto desde el restablecimiento de los lazos esenciales de la convivencia y la reconstrucción de la ciudadanía. Por ello, desde mediados de 2020, la artista concibe proyectos en los que de manera más o menos directa es necesaria la participación de los otros para alcanzar la realización de la obra.
Esto ocurre en Alquimia, obra colaborativa en la que mujeres y hombres de diversos orígenes fueron congregados para dar forma a una parte del territorio venezolano, utilizando el bordado como medio principal y de forma totalmente libre. Cada fragmento de estos trece mapas fue abordado sin que el o los autores supiesen quién o quiénes serían sus vecinos en este trabajo común. Así cada uno de ellos interpretó de manera personal y desprejuiciada su idea de lo que ese espacio geográfico representa, recreando algún elemento natural o cultural característico, o simplemente expresándose desde su lenguaje particular.
Artistas que permanecen en Venezuela y otros tantos que han emigrado, personas cercanas a la propia artista y mujeres de comunidades populares organizadas se integraron de manera voluntaria al proyecto sin esperar retribución o reconocimiento, solo con la intención de apoyar en un trabajo común. Con la suma de estas anónimas ofrendas de participación Vollmer ha confeccionado una metáfora que nos permite imaginar la real posibilidad de concretar una aspiración urgente: la reunificación del país.
Cada uno de estos mapas es un símil de la recuperación del espacio simbólico que nos reúne; cada puntada sobre la tela, un paso hacia la reparación del contorno de lo que somos y de lo que nos conforma como sociedad. Mediante este ejercicio de tiempo, donde la espera por el otro es fundamental y el bordado se expresa como donación de vida y de restauración de la empatía, Vollmer nos invita a hilar colectivamente para rehacer las costuras y zurcir las profundas brechas que ha producido la confrontación ideológica de las últimas décadas.
Richard Aranguren