Con la serie «Sucedáneos», Carolina Vollmer mantiene en foco
dos problemas que son característicos de su obra reciente: el color
y el contexto, elementos que funcionan como una metáfora
cruzada de la pintura y de la situación país, al tiempo que colocan
su actividad en un ámbito controversial. Por un lado, el compo-
nente cromático no depende de la aplicación del pigmento sobre
el soporte inexistente, sino de los atributos físicos del material empleado; en este caso, los cables eléctricos devenidos en sustituto simbólico de diversos alimentos que han escaseado o cuya
variedad se ha tornado unívoca. Por otra parte, el marco perceptivo e ideológico al cual se refiere la propuesta rompe la asepsia estética del lenguaje abstracto para consustanciarse con las contingencias domésticas de la Venezuela actual. Los cables de colores empacados en bolsas plásticas y convertidos en «productos»
de reemplazo —en la corporización facsimilar de una oferta vacua—
son también el vehículo de una acción realizada en un mercado caraqueño y documentada en video. Finalmente, la experiencia adquiere una dimensión virtual, acaso un «sucedáneo»
más para palear la incertidumbre de una realidad insatisfactoria.
Con la serie «Sucedáneos», Carolina Vollmer mantiene en foco dos problemas que son característicos de su obra reciente: el color y el contexto, elementos que funcionan como una metáfora cruzada
de la pintura y de la situación país, al tiempo que colocan su actividad en un ámbito controversial. Por un lado, el componente cromático no depende de la aplicación
del pigmento sobre el soporte inexistente, sino de los atributos físicos del material empleado; en este caso, los cables eléctri-
cos devenidos en sustituto simbólico
de diversos alimentos que han escaseado
o cuya variedad se ha tornado unívoca. Por otra parte, el marco perceptivo e ideológico al cual se refiere la propuesta rompe la asepsia estética del lenguaje abstracto para consustanciarse con las contingencias domésticas de la Venezuela actual.
Los cables de colores empacados en bolsas plásticas y convertidos en «productos» de reemplazo —en la corporización facsimilar de una oferta vacua— son también el
vehículo de una acción realizada en un mer-
cado caraqueño y documentada en video. Finalmente, la experiencia adquiere una dimensión virtual, acaso un «sucedáneo» más para palear la incertidumbre de una realidad insatisfactoria.